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Archivo de la etiqueta: Prana

Este es un buen momento para retomar el blog y escribir algo que sale de muy muy adentro. Ya empezó otro año y ya pasó la mitad de enero. Después de haber estado muchos días durante el pasado diciembre conviviendo con mi familia (con una comunicación como hace mucho no tenía), me dió por escribir esto. Principalmente para no olvidar (y dudo mucho que lo vaya a hacer) el regalo que me dejaron estas fiestas: darme cuenta de la importancia que tiene mi familia en todos mis procesos actuales.

El prana, eso de lo que hablo mucho y que digo que va más allá del proceso físico de la respiración, en este momento es lo que he denominado como vitamina F: la Familia.

Estos días he tenido la suerte de estar con mi familia; la cercana y la lejana, y a pesar de que ha sido por una situación de esas que te obligan a verlos, la verdad es que lo necesitaba.

Cuando era más joven y sobre todo durante mi adolescencia refunfuñaba un poco sobre pasar tiempo con ellos. Como cualquier adolescente prefería más tiempo con mis amigos que con la familia, así que aunque no me molestaba del todo estar con ellos, lo hacía más porque tenía que hacerlo que porque quisiera hacerlo.

Lo bueno de los años y la distancia es que te hacen valorar todo lo que tenías y que parecía una aburrida rutina: ir en diciembre al mismo lugar todos en bola a visitar a las mismas personas y a los mismos sitios, convivir con la misma gente, platicar las mismas anécdotas una y otra vez…, y un montón de cosas que en su momento parecían aburridas, pero que con el tiempo me doy cuenta que eran verdaderos tesoros.

Quizá estoy envejeciendo y por eso me puedo dar el lujo de voltear a ver lo afortunada que fui, porque ir a esos paseos con esa gente hizo que tuviera un lugar al cual querer regresar, a cargarme de energía y a descansar.

Estos últimos días me han confirmado todo esto. Es cierto que veo a mi familia lejana sólo en funerales o fechas muy muy importantes, pero este fin de semana los he podido ver después de un tiempo y aunque el motivo por el que los vi era precisamente un funeral, me dió un subidón como pocas veces. Tuve la oportunidad de abrazarlos, escucharlos, reírme con ellos y seguir recordando lo afortunada que soy por tenerlos.

No puedo decir que mi familia es la más unida porque ya lo dije antes, sobretodo nos vemos en funerales y ya está, pero cuando nos vemos es como si nada ni nadie faltara, todo está completo, estamos ahí los que se fueron y los que quedamos, no hay tiempo, todo convive en un mismo espacio que es como era antes y como es ahora. Todo vuelve a brillar.

Quería escribir esto porque me siento cargada de energía. Ver a toda mi familia reunida aunque sea un ratito es oro puro. Es energía vital, es puro prana.

Así que oficialmente le doy la bienvenida (muchos días después) a este nuevo año y esta nueva década desde mis redes sociales, con la pila cargada de verdadera fuerza, de esa que no se consigue a través de WhatsApp o de Facebook, sino de la que es como el sol; algo que se mueve, está vivo y sobre todo me nutre un montón.

A toda mi familia: ¡los quiero!.

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Respirar. Del lat. respirāre.

1. Dicho de un ser vivo: absorber el aire, por pulmones, branquias, tráquea, etc., tomando parte de las sustancias que lo componen, y expelerlo modificado.

2. Animarse (cobrar ánimo).

La primera cosa que hacemos al nacer es respirar. El acto en sí se da de manera casi inmediata y natural con un sistema muy sofisticado haciendo posible la vida.

La importancia de la respiración no se limita a un mecanismo en el cuerpo humano. En casos extremos podemos estar algunos días sin comer, sin beber agua, sin dormir, y aún así seguir vivos (en pésimas condiciones, pero vivos). Sin embargo, dejar de respirar es imposible.

En la práctica de yoga existe un concepto que engloba perfectamente el acto de respirar desde un enfoque integral que más allá de sólo considerar a la respiración como un proceso meramente mecánico, lo coloca en la raíz de la vida misma. El concepto es Pranayama.

Pranayama se compone de 2 palabras en sánscrito: Prana que se traduce como fuerza de la vida o energía vital, y Ayama que significa extender o estirar. Enfocándonos en el primer concepto todo aquello que da vida, que nutre y que transforma es Prana.

Así pues, la respiración no sólo es el acto de llevar oxígeno a las células del cuerpo (que ya de por sí eso es bastante), es transformar lo que ya es en algo más. Aquí quiero incluir aquellos actos que nos dan vida; las pequeñas cosas que todos los días hacemos y nos transforman de alguna manera, que nos cambian.

¿Qué anima tu vida?, ¿qué es eso que hace que tu día sea diferente del resto?, ¿qué haces para darle vida a lo que te rodea?. Respirar tiene mucho que ver con aceptar, pero sin quedarte de brazos cruzados. Es sembrar y esperar que el tiempo germine lo que damos. Es una afirmación y una invitación a que cada inhalación se convierta en un acto de conciencia hacia lo que ya tienes (tu cuerpo, tu vida, y todo lo que ya eres). Y a que cada exhalación sea la oportunidad perfecta para entregar, transformar y renovar desde tu esencia el lugar o la situación en la que estás (siempre para bien).

Si tuviéramos un número limitado de respiraciones por día, ¿cómo aprovecharías cada una?. Quizá tomarnos el tiempo para respirar, ir lento, disfrutando cada respiración, cada cosa que nos da Prana sería la mejor manera de «desquitar» las respiraciones que tuviéramos disponibles. Lo mismo pasa con la vida, añoramos lo que ya se fue porque lo dejamos pasar muy rápido. Cuando las experiencias se vuelven Prana, las estiramos como en Pranayama porque nutren, transforman y se quedan. Es decir, las respiramos.

Te propongo un ejercicio muy sencillo para conectarnos con Prana a través de la respiración:

Lleva tus manos al ombligo y trata de sentir el movimiento que hay en cada inhalación y en cada exhalación. Poco a poco trata de ir incrementándolo y de sentir el espacio entre respiración y respiración. Mientras lo haces conéctate con lo que sientes, sin juzgar ningún pensamiento o emoción, simplemente deja que fluyan. Sólo siente. Mantente ahí por 5 respiraciones.

Después lleva tus manos al corazón, una sobre la otra, y siente tu respiración, repite la búsqueda de la sensación, del espacio y de las emociones que lleguen. De nuevo, sin juzgarlas, sin retenerlas, y sólo permitiendo que fluyan, piensa en todo lo bueno que tienes (en tu Prana: lo que te nutre y te anima), y que quieres que experimenten el resto de los seres de este mundo. Puedes cerrar tus ojos en este momento y tomar 10 respiraciones más desde esta visión.

Una vez que termines, agradece a tu cuerpo y a tu presente por el Prana que te nutre.

Cuando sientas que pierdes estabilidad en tu día, que nada tiene sentido, o que nada sale bien, detente y respira. ¡Que tengas un excelente día!.