Los primeros días del diario de gratitud.

Aquí estoy, poniéndome al día con mi diario de gratitud en un domingo por la tarde mientras escucho en el fondo «Fly me to the moon«, mi canción favorita de Frank Sinatra (¿les he contado que los domingos por la tarde son mis días favoritos? -sí, particularmente por la tarde-). Pues, ¿qué más puedo pedir?, me encantaría que todos los días fueran así y sé que en algún punto en el futuro me voy a detener a leer esto y voy a extrañar estar aquí, justo donde estoy ahora mismo.

Bueno, toda esta introducción no estaba planeada, pero es un poco el sentimiento que traigo desde que empecé a plantearme el diario de gratitud. Con el paso de los años me he dado cuenta que para mí los momentos felices y plenos son estos; en los que no celebro nada en particular, pero volteo a ver mi día o me detengo a observar lo que esté haciendo en ese momento (puede ser incluso estar limpiando mi casa), miro a mi al rededor y me doy cuenta que soy feliz y sumamente afortunada.

En fin, el punto es que al día de hoy van 4 días de compartir mi diario de gratitud. La sensación al principio fue como de lanzar una botella al mar esperando a que alguien la recibiera y leyera el mensaje, y con mucha suerte que ese alguien la regresara al mar respondiendo mi mensaje, y con aún más suerte, que me llegara a mí, pudiera leerlo y así continuar buscando a la suerte en cada respuesta.

Debo de decir que ha sido bastante buena la retroalimentación y quiero pensar que del otro lado hay alguien más viendo un poquito más allá en lo cotidiano, rascándole el fondo a la realidad para verle el brillo detrás de lo oxidada que se pueda estar.

Confieso que me costó un poco determinar qué quería compartir y por qué, e independientemente de si a alguien podía interesarle o no, ¿cómo podía hacer que no pareciera cliché o repetitivo?. Pero decidí que precisamente eso que a veces toco con la conciencia cuando estoy haciendo limpieza en mi casa, o lavando los trastes, o regando las plantas, es lo que quería compartir: lo cotidiano, o sea, la belleza que hay en la rutina. Así que bajo este principio no fue tan difícil decidir lo que compartí.

El día 1 fue cosa de despertar y ver junto a mi una bolita de pelos moviendo su colita y buscando darme los buenos días con sus mordiditas (es la forma en que muy a su manera me dice que le caigo bien y que me quiere). Ese día me dediqué a agradecer el haberlo encontrado y que llene de felicidad y locura mi vida. Agradecí que su alma sea mi maestra y me enseñe a que, como a él, mi día favorito sea hoy.

Para el día 2 elegí agradecer mi cama, con perrito incluido. Fue un poco la continuación del primer día, pero a veces no nos enteramos de la abundancia en la que vivimos porque todo el tiempo está ahí y perdemos la capacidad de asombrarnos o simplemente de agradecer tener un lugar donde descansar, cerrar los ojos por la noche y realmente descansar sin temor a que nos suceda algo, o que alguien nos pueda hacer daño. Lo escribo ahora y lo juro que lo vuelvo a agradecer.

El día 3 lo dediqué a agradecer tener un lugar donde vivir. Más específicamente la posibilidad de tener un hogar. Retomando un poco la idea del día anterior, tener un hogar va más allá del espacio físico. Esto tiene que ver con un principio muy primario de protegernos del frío, la lluvia, y todos los peligros que hay afuera. Todos los seres vivos lo tenemos grabado en nuestro ADN, es un principio básico de supervivencia, pero este concepto de hogar tan sofisticado es exclusivo de los humanos, porque no sólo hemos podido mantenernos a salvo de nuestros depredadores, sino que el hogar constituye el lugar donde podemos vivir en armonía, en paz, y en estos últimos tiempos, donde podemos encontrar un verdadero refugio para el cuerpo y el alma. Creo que somos afortunados aquellos que podemos llamar hogar a nuestras casas. Ojalá toda la gente en el mundo pudiera sentirse en paz y segura en su casa.

Hoy, es mi día 4. Uno de mis pasatiempos favoritos desde hace algunos años es hornear pan. A veces me da por hacer otras cosas como bordar, pintar, coser, etc., pero en general cuando me da por hornear me clavo y durante una temporada larga lo hago. A lo que quiero llegar es que agradezco poder elegir qué comer y además cocinarlo (en este caso hornearlo). Poquísimas personas, de verdad muy pocos, podemos tener el lujo de comer todos los días y elegir qué queremos comer. Deseo con todo mi corazón que aquellos que no tienen esa opción puedan tenerla.

Este es el resumen de mis primeros cuatro días del diario de gratitud. Quiero ser más constante pero a veces el cuerpo no me deja (ya te contaré por qué en otra entrada, o en el podcast, que también quiero retomar). Así que mientras tanto seguiré manteniendo al día el diario de gratitud a través de las historias de Instagram y Facebook. Y por acá (ojalá, ojalá, ojalá) intentaré pasar a diario a contarte el por qué de lo que agradezco cada día.

Nos leemos muy pronto. ¡Ten una excelente semana!.

1 comentario
  1. Javier de la Rosa dijo:

    hola Ara gracias por compartir

    Cariños javier de la rosa

Deja un comentario